Verano de 2003. Escapada al norte. Un destino que es Francia. El Tour
como reclamo. La posibilidad de cumplir sueños. Una etapa en directo. Ya la vi
hace muchos años. Fue en Vitoria, año 77, allá donde yo aprendí a montar en
bici, por aquellas calles, ya mas hechas, pasaron los ciclistas, muy rápidos,
llegando a meta. Me enteré después de quién había ganado. Velocidad de paso y
ruido, emoción. Aplausos. Han pasado años hasta el 2003, cambió el siglo y poco
después cambió la percepción o asomó la realidad o la verdad. Y los héroes se
transformaron en bellacos, en impostores o farsantes. Y todo era mentira, o
nada era verdad. Excepto el ruido, el calor o el frío, la espera, las
multitudes, las grandes cumbres. Sí, vimos a los héroes caídos luego. Y como
nosotros miles de personas que abarrotaban cunetas. Pero los Pirineos son mas que
dos ruedas. Las hay y muchas, de aficionados, pero también hay infinitas
veredas y caminos para subir y bajar, y miradas para perderlas en paisajes que
se escapan a la comprensión, en picos o cascadas de alturas de vértigo. Nuestro
punto de partida fue Luz St. Sauveur. Y allí un camping con bungalow estrecho
pero suficiente. La subida a Luz Ardiden a un paso. Las caravanas toman el
último tramo de la subida, esperando. Se acaba el bosque y empieza el
espectáculo de un paisaje salvaje. El circo de Gavarnié es el reclamo de la
zona. Andar y andar para llegar a la cascada de 423 metros, la mas alta de
Europa, eso dicen las guías, la caminata merece la pena. Al día siguiente,
decimoquinta etapa, gana Armstrong, el más difícil todavía, después de caerse
en la subida última, recupera y supera a todos. En la bajada expectación, las
teles portátiles muestran la llegada. Hemos visto el asalto del heroico americano.
Ídolos al barro. Otro día, visita a un bonito
pueblo, St. Pé de Bigorre. Y las cuevas de Betharram. Cumplen cien años de
visitas. Hay un tren en la publicidad que recorre el lugar. No lo recuerdo. Otro
camino mas para llegar al Circo de Estaubé y el lago de Les Gloriettes. Naturaleza
y agua. De ahí a Lourdes, cita con la creencia. Multitudes en la gruta y en
toda la ciudad. Negocios que venden de todo. Los enfermos con fe, los no
enfermos pidiendo para que nada cambie. Todos expectantes, todos sin entender
nada. Otro día dedicado a subir al Tourmalet en coche y pasear por praderas
verdes, donde las vacas viven ajenas a todo. El mítico puerto del Tour exhibe
carretera estrecha y vértigos al final con curvas que parecen que acaban en el
vacío. Fotos y sol. También en Biarritz, ya de vuelta a casa nos recibe un buen
tiempo. Para estar en la playa un rato y poder mancharnos con algo del
chapapote que en Otoño del 2002 había anegado Galicia. Negros pegotes que ni
toda el agua del mundo puede disolver. Viajeros infatigables en busca de
orillas. Negros pies y recuerdos de chapoteos. Recuerdos que se desvanecen. La playa
era estrecha. Mucha gente. La pared que contiene el mar era alta, piedra. Escaleras
para subir. Niños pequeños, todavía.
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