El
canto del cisne es el título de la exposición que presenta Mapfre a través de
mas de 80 obras traídas del parisino Museo D’Orsay. Pinturas de la segunda
mitad del siglo XIX, muchas de ellas de gran tamaño, muchas de ellas
presentando el desnudo femenino. Como casi siempre no defraudan las
exposiciones que patrocina la compañía de seguros y que aportan además el hecho
de ser gratuitas. El público lo agradece y siendo domingo el aforo está mas que
completo. Buena ocasión para ver más rápida una de las alas y tomar el ascensor
hacia zonas todavía no asaltadas. Dos obras que me descubren a un artista. El
no definido Cristo muerto, tumbado y de perfil y el retrato de Madame de
Loynes, cuyo rostro ilumina un entorno oscuro. Ambas son obra de Amaury-Duval
(1808-1885), pintor francés. A la salida la librería La Central ofrece como
siempre una extensa selección de libros de arte y de otros temas. Siempre cuidada
la oferta no puedo por menos que comprar un pequeño volumen de Diarios de
Pessoa. Siempre un placer leer el alma tal cual, a saltos de pluma.
Pasamos
del frío a una primavera que a la gente altera. Las terrazas se llenan de moradores
escondidos durante el invierno y las televisiones rezuman de loables
comentarios a lo que llaman buen tiempo. Es el itinerario de Hernán Cortés una
exposición para alquilar un guía. Sin él se queda como sucesión de vitrinas. Contradictorio
el personaje y una exposición que en un par de videos breves presenta a un
personaje aventurero y a un entorno a descubrir idílico. Se suceden los restos
arqueológicos y pictóricos, muchos de ellos traídos de México. Y sólo encuentro
una referencia a la Marina, o Malinche, guía e interprete de Cortés, y amante. Un
pequeño cuadro que no cuenta su historia. No se entiende al conquistador sin
ella, sólo por ello ya cojea la exposición. Igualmente se establece un punto
equidistante entre conquistadores y conquistados. Sin querer juzgar los hechos
acaecidos hace ya tanto tiempo no se deben de pasar por alto otros puntos de la
historia, suficientemente acreditados. Quizás sea que todo cambia cuando se
invierte el papel de conquistador o conquistado según la patria de cada cual. Dos
enormes esculturas orantes de marmol blanco, casi al final de la exposición
iluminan la escena. La esposa y la hija de Cortés, obras de Diego de Pesquera,
vienen de Sevilla. Ya fuera, algunas fotos, una de ellas presenta el Museo subacuático
de arte de Cancún. incredulidad bajo el agua. Que pena no saber bucear.
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