Cantar sólo para
no estar sólo. Definición al uso que emplea Asier Etxeandía. Su espectáculo, El
Intérprete, en Alcobendas. Lleno hasta la bandera. Cantar sólo de cara a la
pared, para esquivar miedos, de infancia. A veces canto sólo, es mi sitio el coche.
Hago repaso de discografía, esta semana tocaba la S, S que esconde Secretos,
susurros sin voz, en forma instrumental, Volviendo a casa, se titula, poco
conocida. Pero con aroma de añoranza. Los susurros se hacen voz en la de Enrique
Urquijo, la que sonaba diferente, rota y cascada a veces. Son las melodías de
siempre, las de entonces, las que me hacen cantar. Asier canta para los
invisibles del patio de butacas y actúa. La entrega es absoluta, del artista y
del público. Han pasado casi dos años desde que lo ví. Sigue igual o mejor,
todo, el espectáculo completo. Su interpretación de Me and Bobby McGee (Janis
Joplin) es gloriosa. Mas de dos horas. La primera parte es mas recogida, más
íntima. La segunda se desborda. El público en pie. No hay calificativos. Se acabaron.
Cantar para espantar. Susurrar para invitar a las hadas.
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