sábado, 21 de febrero de 2015

allen, turturro y arevalo



 El cine como vehículo de emociones. Empiezo por el otoño, el acompañamiento de la música y una preciosa fotografía que encuadra hasta los silencios. Parece una película de Woody Allen, pero él sólo actúa, pone humor. John Turturro actúa y dirige, y el papel es sosegado y tranquilo. Nunca explícito, trabajo que esconde mas que muestra, papel que va de jardinero a acompañante. Aprendiz de gigoló. Tímido. En medio una inquietante Vanessa Paradís, o mas bien sus ojos, al frente de un rostro de pelo cubierto. Y veo la que dirige Allen y no lleva ese sello suyo tan personal. O yo no lo descubro. Película seria, Blue Jasmine, de descalabros y mentiras que dejan  sentimientos inertes y desesperados. Cate Blanchett llena los espacios allá donde estén. Muchas vueltas atrás, para entender la historia. Desgarradora a veces, perturbadora. Acabo con La gran familia española, disparatado grupo que se junta alrededor de una boda, y del gol de Iniesta. Distinta, coral, original, excepcional en algunas formas, de diálogos cruzados en habitaciones diferentes, de gestos y miradas, de mas diálogos con sentido y reales. Historia que da a luz a otras. Contada, narrada y puesta en escena con cariño y mas emoción. Daniel Sanchez Arévalo como máximo responsable. A veces, el cine y su imagen son casi imbatibles.

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