lunes, 8 de diciembre de 2014

palencia-2


No se madruga en día de fiesta, es una premisa. Las calles vacías. Buscamos chocolate con churros, y son casi las diez cuando lo encontramos. En la plaza empieza el desembalaje de abetos. Un niño a la espera. Recuerdos. Del frío ni hablar. La iglesia de San Pablo es espectacular. En su silencio y quietud. El convento inicial lo fundó Santo Domingo de Guzmán. Dice el texto que vendió sus libros para poder obtener dinero y luchar contra la hambruna que asolaba la ciudad. “No puedo estudiar en pieles muertas mientras las vivas se mueren de hambre”. Estudiante y profesor en la primera Universidad de España, el dominico preside la antesala de la sacristía. Tenemos cita a las 11 en el Palacio Episcopal que alberga el Museo Diocesano. Es jornada de puertas abiertas en el día de la constitución. Visita para el recuerdo. La monja nos acompaña algo mas de una hora. Catorce salas. La hermana conoce el lugar y sabe explicarlo. También evangeliza, mediante el patrimonio. Ese será el título de la noticia que al día siguiente sale en la prensa, con foto donde somos los protagonistas. Los fotógrafos, de dos medios locales, nos acompañan un rato y disparan sin piedad. Retablos, pinturas y esculturas explicados con fuerza y memoria. Nos habla de Angel Sancho, su maestro, sacerdote especializado en el Patrimonio cultural de la Iglesia, que a su elevada edad aún trabaja y escribe, nos enseñará su despacho, lleno de papeles. Una institución dentro del campo de la difusión del patrimonio. Llega a poca gente. Unas cien visitan ese día el museo. No saben lo que se pierden el resto. Me quedo con tres obras. La Virgen con niño, de Pedro Berruguete (1450-1503), pintura de gran belleza. La pequeña obra del pintor flamenco Jan Provost (1465-1529) que representa al Ecce Homo. Y para finalizar un lienzo de gran tamaño que presenta a la Virgen, el niño y san juanito, del italiano Andrea del Sarto. Finalizamos la agradable visita de forma poco inusual. La última sala contiene una talla en madera de la Virgen del Brezo traída de la montaña palentina. La monja pide una colaboradora para leer una oración y es Elena quién lo hace. Tras el museo nos acercamos al cercano Museo de Hospital y Farmacia situado en un antiguo hospital al lado de la catedral. Utensilios y diverso material para una rápida visita. En San Miguel dicen que se casó el Cid con Doña Jimena. Hoy en día no quedan restos de la antigua Iglesia. Hay mercadillo en la plaza y en la pateada calle Mayor el stand de UPD celebra el día constitucional con el himno de España. Su unidad ante todo. El asador La Encina está un poco alejado del centro pero ofrece una tortilla de patatas de premio y unas croquetas excelentes. Lleno hasta la bandera. En la hora de la siesta las calles se tornan tranquilas. Por la tarde recorremos belenes y mas arte. Iglesias donde el silencio se siente y se acompaña con música tenue. En San Lázaro estuvo Santa Teresa, y el retablo lo preside un cuadro de Jesús con los de Emaús. En Sta. Clara el Cristo de la buena muerte, de gran devoción, recibe una excursión mientras las monjas rezan tras la verja. Seguimos con los belenes y en alguno suena Manolo Escobar. El ambiente de la Navidad se expande, luces, fotos y niños que corretean y se fotografían con renos helados. A eso de las ocho participamos en una ruta de luz y sabor que intenta descubrir historias de Palencia a pesar del frío. Tras hora y pico abandonamos, helados, a pesar de lo interesante. No olvidaremos las trampillas de los mercaderes o las cestillas de los presos. Nuestra última parada nos sirve para ver a las cigüeñas ancladas como estatuas en lo alto de la catedral. Necesitamos calor y en forma de pucheritos de sopa de ajo nos llega en el bar Alaska, antiguo, con murales y ventiladores, y escalera de caracol a un imposible wc. En Casa Lucio también sirven pucheritos, de la de ajo, de caldo ibérico o de patata con rabo. Lleno y calor ambiental que contrasta con el exterior. Hacia el Colón 27 dirigimos nuestros pasos, enésimo paseo por la Mayor.

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