martes, 9 de diciembre de 2014

palencia-3



Ecos de madrugada, de fiesta y canto en calle, de sábado, de deseo de alcoba trasplantado a hotel de provincias, cercana habitación. Callados gemidos que no saben que son escuchados en la vigilia del despertar. Las paredes no hablan pero casi. Suena Lorenzo Santamaría mientras desayunamos. Cuesta encontrar algo abierto. Y nos vamos al Museo Arqueológico situado en la Casa del Cordón, edificio civil, viejo por fuera y moderno por dentro. Tres plantas, restos prehistóricos, restos romanos y de la Edad Media. Vasijas, estelas, un par de bustos romanos, lo más destacable, y un espectacular mosaico del dios Océano. Cinco visitantes y un suelo que suena con nuestras pisadas. Tenemos que tomar el coche para dirigirnos al siguiente objetivo, el Cristo del Otero, obra de Victorio Macho, construido en 1931, vigila la ciudad, allá en lo alto. Es el cristo mas grande del mundo después del de Brasil. Lástima que no se pueda acceder a la base. Fotos y vista de una ciudad que desde arriba no destaca especialmente. Humos en la lejanía. Y el frío que no da tregua. Es hora de desandar los pasos. La carretera de Palencia a Aranda es de las de toda vida, de poco tráfico hoy, con muchas bodegas, ribera del Duero, a medida que encaramos la nacional I. Rectas inmensas también, en lo que podrían ser estepas despobladas. Cazadores por los campos. Aranda se debe al río Duero, marrón y caudaloso. El puente lo cruza y llega a la Plaza Mayor. Poblada de paseantes de Domingo. Niños y carros. La Cruz Roja sirve tapa y bebida por un euro, para sacar fondos para los mas necesitados. El somatén era un cuerpo armado de protección civil. Hoy es un bar bullicioso que ofrece buenas tapas en la plaza. Lástima que Santa María la Real esté cerrada. Enorme mole en el centro del pueblo. Destaca su portada. Todavía están retirando la exposición de las edades del hombre. Es invierno en Somosierra donde pisamos nieve bajo la niebla y cero grados. La ermita de la Soledad guarda ecos de la batalla entre la caballería polaca al servicio de Napoleón y los defensores españoles del paso hacia Madrid, hablamos de 1808. Al poco de bajar el sol vence y se asoma por entre las nubes. Once grados son los que marca Alcobendas, ventosos pero agradables. Viajar no es sólo moverse, es mucho más.

No hay comentarios: