sábado, 1 de noviembre de 2014

badajoz-2


La ventana no deja pasar la vida. La mañana permanece ahí afuera, esperando su oportunidad. La mañana de dentro es distinta, silenciosa y cadenciosa. Abrirla significa aire que trae el ruido de lo habitual. Obras, limpieza de calles, la conversación que la estrechez acerca, “ha llovido” dice uno. La calle regada por operarios en parejas, algunos coches, más saludos. Ecos de cotidianidad. aAaaa, parece un gesto de sorpresa. Es una churrería, diferente. Trabaja como centro especial de empleo y vende libros con fines benéficos. Chocolate, tostada, porras y libros, todo junto. También sirven a domicilio, en moto. No me resisto y nos llevamos tres ejemplares. Es temprano y algunos turistas parecen despistados en la Plaza Alta, lo mismo pensarán de nosotros. Abre el museo de la ciudad en el solar que albergaba la casa de Luis de Morales, el divino. No está demostrado que naciera en la ciudad nos dirán más tarde. Se trata de un espacio didáctico, orientado a visitas escolares, con paneles explicativos y medios audiovisuales que describen la historia de la ciudad. Más interesante nos parece el Museo Arqueológico Provincial ubicado en el Palacio de los Duques de Feria en la Alcazaba. Restos árabes, romanos y visigodos en un bonito edificio de bello patio interior. A destacar un par de mosaicos. Afuera un niño con gorra de chulapo juega en la fuente mientras la abuela descansa. Nuestra Señora de la Soledad es la patrona y su capilla es bonita. La imagen es pequeña, de rostro ladeado y manto negro y dorado. Los ventiladores, dos, giran como demonios, el único ruido del lugar. Un par de fieles en silencio. Artesonado en madera en el techo. Una ciudad es pequeña cuando pasas cuatro veces por la misma calle en pocas horas o cuando ves a la misma abuela cantándole al nieto al rato o cuando vemos a la chica de la churrería que es entrevistada por una televisión mientras viaja en un triciclo. O será que no salimos del cogollo central. Calles estrechas, balcones con rejas, sin rejas. Se vende, se alquila, colores. Llora el niño, puertas abiertas, luz en la Plaza Cervantes y Zurbarán en monumento. También es gratuito el Museo de Bellas Artes. Y es una pena que sólo se encuentre abierto en su mitad porque lo visto es grande. Vemos en su mayoría obras del XIX, mucho costumbrismo y realismo social. Brillantes los cuadros de Eugenio Hermoso (1883-1963). Denuncia y realidad en el cuadro Trata de niños de Jose Perez Jimenez (1887-1967). Siguiendo con los artistas de la tierra abundan las esculturas de Juan de Avalos. Destacable también La niña de la huerta de Jose Gordillo (1888-1972). Diferente en sus formas son los personajes de los cuadros de Bonifacio Lázaro Lozano (1906-1999), pintor nacido en Portugal de padres españoles. Y diferentes sus títulos. Precioso el “Te saciaría la flor del trigo”. Mucha escultura también de Pedro Torre Isunza. Seguimos con el sorprendente “Sueños blancos” de Eduardo Naranjo (1944), de puesta en escena excepcional y ojos que traspasan. Y una sorpresa final al encontrar una serigrafía titulada Tauromaquia que pertenece a los inicios como pintor del poeta Alberti. En general, museo más que recomendable para disfrutar en silencio. Es hora de comer y muy cerca nos sentamos al aire libre en la Casa Portuguesa, calidad y abundancia a muy buen precio.

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