A veces las casas parecen albergar mundos enteros, alguien podría
pensar que no es reflejo sino interior lo que se atisba por encima del buzón. Cartas
que arrojadas dentro no sabemos dónde van. Cruce de colores en calle de Évora. El
encanto de lo uniforme, de los colores básicos, de lo antiguo no modernizado,
de lo que parece decadente pero que no es más que simplemente ahorro o no derroche
superfluo. Portugal y su aspecto avejentado, que no quiere ser como los demás. Es
verano, acabando, en 2014.
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