viernes, 29 de agosto de 2014

sanse



Visto y no visto, así es un encierro, escasos segundos, ni siquiera guardo en la memoria los gritos o el aire de duda, ni el ruido de la manada al pasar. Bultos negros o marrones que pasan, cual caravana de ciclistas. Luego veo un video y es así, fugaz, cual vida misma. La excitación se pasó, hasta mañana. Los pantalones blancos, mayoría, quedaron inmaculados. La fortuna de nuevo. Se fueron las reses y mansos y la calle se queda llena de corredores y público, pañuelos rojos, que comenta lo pasado. Los mismos que minutos antes del cohete se deseaban suerte o estiraban timidamente ante la asombrada mirada de los que estábamos tras las maderas, expectantes. Alguna ambulancia con sirena, alguna camilla, pero no parece nada de importancia. La televisión repite la carrera en pantalla gigante, ya cada corredor buscándose en imágenes. Espectáculo donde manda el toro. Muchos a la plaza, suelta de vaquillas, ambiente de fiesta que se va diluyendo poco a poco. Porras grandes con chocolate en churrería Toribio y visita a la Iglesia de San Sebastián donde está todavía sobre paso procesional el Cristo de los Remedios, ayer le tocó pasear las calles. Algunos fieles a la espera. Es San Sebastián de los Reyes un pueblo que data de 1492, los Católicos le dieron nombre. Ni rastro de lo que pudo ser un grupo de cabañas alrededor de una ermita. Pero paseando encontramos un rincón de casas blancas de piedra que parecen hablarnos de otra época. Es urbanisticamente un desastre, con sus construcciones de años 50 y 60, con balcones de barrotes finos, con calles estrechas que se presentan ruidosas, es un conglomerado de vida que cada año por estas fechas cierra calles y lanza al toro a correr hasta la plaza, le llaman la tercera, por eso de ir tras las Ventas y Vistalegre. Lástima que las entradas sean caras, la corrida del sábado se antoja interesante. Sabor de pueblo en un pueblo a medio construir y siempre sin terminar.

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