En día jueves de visita gratuita en horario de tarde a los museos del
Patrimonio Nacional nos vamos decididos al Convento de la Encarnación, aledaños
del Palacio de Oriente. Nos quedamos a dos personas de lograrlo, grupo cerrado
ya para la última visita guiada de la tarde. Los turistas lo inundan todo. Cambio
de planes; improvisando nos acercamos al El Pardo. Palacio de caza, de
invierno, para deleite de los monarcas y nobles. Mandado construir ya por
Carlos V, es actual punto de estancia para los jefes de estado foráneos que nos
visitan; y pasará a nuestra memoria particular, la de mi generación, por haber
sido la residencia de Franco y familia durante 35 años, es decir durante todo
el periodo de la dictadura. Imágenes del NODO en la memoria, recepciones y
niños alrededor de un señor de uniforme y traje que envejecía en blanco y
negro. Hay que esperar un poco a que se haga mas grupo. También la visita es
gratuita y guiada. Alrededor de una hora de recorrido de salas y patios. Las paredes
nunca hablan, sólo son piedras y tabiques que separan confidencias, decisiones,
vidas y muertes. En una de ellas, convertida en capilla muere Alfonso XII. En otras
muchas vive el dictador y decide sobre vidas y quehaceres de millones de
españoles. Se visita el despacho, su dormitorio de dos camas separadas y flexos
de oficina antigua sobre mesillas, también el comedor familiar con mantel
blanco. Y el gran salón de los consejos de ministros, el aire lleno de
deliberaciones. Todo queda envuelto en tapices que seguro mejorarían la
acústica y darían calor a un entorno que se antoja grande para tan corta
familia. Tapices coloridos y frescos en techos, cielos que quizás se invoquen
desde la mesa de despacho. Dioses y ángeles que gravitan inmóviles sobre los
presentes, ajenos a las decisiones de un ser imbuído de superioridad que todo
lo disponía. Lejanas la urnas todavía. A pesar del aire acondicionado,
disimulado en salientes del techo, las guías se abanican constantemente. Pasamos
por el antiguo teatro, sala de cine en la última época, lujo al alcance de unos
pocos. Lámparas que iluminan y relojes que marcan las seis de la tarde,
desacompasados. Mobiliario de regalos reales, sillas de todo tipo y condición. Un
par de lienzos que destacan, el retrato de Isabel la Católica, de Juan de
Flandes, pintor de su corte, retrata a una reina ya mayor, no tan atractiva
como la televisiva. Y una Virgen con el niño de Luis de Morales. En el exterior
la capilla, sin luz y sin acceso mas allá de un cordón. Ya afuera del recinto nos
dirigimos a visitar el Cristo del Pardo, sito en el convento de los capuchinos
de Nuestra Señora de los Angeles. En lo mas alto del pueblo volvemos a ver la talla
del Cristo yacente, obra de Gregorio Fernández. Estuvimos allí hace algunos
años, rodeados de niños. Es un encargo de Felipe III para conmemorar el
nacimiento de su hijo en 1605. Escultura de singular dramatismo, se presenta en
una elevada urna a la que se accede por una pequeña escalera. El convento se
encuentra rodeado de monte y allí se acercan a la valla un cervatillo digno de
Bambi, con motas blancas y un negro jabalí que devoran, manteniendo la
distancia, trozos de pan lanzados por un niño y su padre. Ya de vuelta, El
Pardo enlaza con Madrid por carretera que atraviesa monte en riesgo de
incendio, tal es la sequedad del entorno. Un Madrid que se expande en nuevos
barrios, como el de Monte Carmelo, que parece dotado de vida propia y que
ofrece terrazas en calles y esquinas para solaz de propios y ajenos. La brisa
del final de la tarde se agradece ante la contemplación de la vida diaria.
Berenjenas rebozadas
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Asar las berenjenas enteras en el horno. Dejar que se enfríen y quitarles
la piel dejando la parte de arriba como en la foto. Hacerles unos cortes y
estend...
Hace 4 semanas
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