Libro autobiográfico o libro de viajes, las aventuras del autor
norteamericano por el planeta desvelan el mundo de discriminación racial en los
Estados Unidos y el deseo del escritor de experimentar qué significaba ser
negro fuera de allí. Con sus libros y sus discos a cuestas recorre a partir de
la Gran Depresión del 29 varias partes del mundo, desde Cuba a México pasando
por Rusia, China, Japón y acabando la mitad final del 37 en España intentando
informar de lo que aquí se vive en plena guerra civil. Aventuras sin fin,
viajes interminables en tren, esperas para salir o entrar de un país, con una
parte final muy ilustrativa de la vida en el Madrid asediado y en la Valencia a
la que se mudó el gobierno republicano. Escenas de vida cotidiana con visitas
al frente de un hombre siempre deseoso de compartir las vivencias y las
impresiones del pueblo, como aquella que se repetía por la ciudad del levante: “los
mejores toreros y las mejores putas se han unido al enemigo, pero nos
apañaremos sin ellos”. Dice James que quién se negó a dejar Madrid fue La Niña
de los Peines, cantaora flamenca a la que acudió a escuchar muchas veces,
recordandole el grito desgarrador del cante al blues de su país. Y otro poco de
desgarro para acabar, dice Hughes que estando en España recibió una carta de la
persona de la que estaba enamorada entonces, Elsie Roxborough, contaba por
entonces 23 años, aspirante a productora teatral, y el texto decía: “recibí una
carta suya contándome que había decidido dejar de ser negra”. Cuenta la
historia que murió en el 49 por sobredosis de pastillas y que Hughes siempre
conservó una foto sobre su escritorio.
Divago mientras vago. James Langston Hughes (1956)
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