Hubo un tiempo en el que el CSI era otra cosa, no una serie de
televisión detectivesca. Fundada en 1937, la Central Sanitaria Internacional,
con sede en Paris, tenía como objetivo coordinar la ayuda médica a la República
española en guerra. Sin saberlo visitamos la exposición de Fundación Mapfre
sobre el creador francés Henry Cartier-Bresson. Otra exposición de fotos más,
pensaría, eso sí de calidad, diferentes, en el blanco y negro de la época,
porque no había mas. Pero sin quererlo nos topamos con una pequeña sala que exhibe
imágenes antiguas y de pie empezamos y sentados acabamos de ver el documental
que Henry filmó en el año 37 en España. Impactante documento, 49 minutos, “Victoria
de la vida”, mudo, sólo escasas notas que subtitulan lo que no necesita mas
explicación. Y se habla de todo un poco, con esas escenas que parecen que van
un poco deprisa, del Madrid asediado donde los niños siguen jugando, y se hacen
colas sin queja. De los centros de puericultura donde los niños lloran antes de
la vacuna en sus brazos, de las camas al lado del mar de Levante donde los mas
maltrechos intentan respirar el aire no viciado para combatir la tuberculosis. Del
Doctor Planelles y sus esfuerzos. De los cultivos, de recoger aceitunas y
patatas para el pueblo y el frente. De cómo se fabrican tiras de algodón y
gasas. De las caravanas de víveres, parece las imágenes miles de fotografías en
sí mismas, unidas y dotadas de vida. Se buscan los ángulos diferentes, los
encuadres, la luz. Se ven puños en algo en camiones atestados, los botijos, la
visita a los enfermos, los olvidados. La enfermera negra que sueña con un mundo
mejor, el juego del ajedrez en el hospital, la cosquilla que da risa. En otro hospital,
también risas de niños que confraternizan con heridos en fiesta jotera. La ciencia
ayuda a superar el calvario, dice el subtítulo, cuando un amputado de ambas
piernas recibe sus prótesis y camina a su manera, como los tullidos caminando por
las playas de Benicassim. Los que venían del frente en trenes hospitales
abarrotados, de la guerra sin uniformidad, de las trincheras, de la primera
cura en hospital de campaña, donde se fuma por doquier. Y donde surge una
sonrisa en medio de la barbarie.
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