Dejamos Florencia temprano por la mañana y tomamos el tren a Pisa. El mundo
viaja, las nacionalidades diversas se agolpan en estaciones. Es sábado, ocho y
treinta minutos. Una pareja de argentinos no consiguen que les aclaren sus
dudas en castellano. Los inconvenientes de los idiomas. La vida está hecha de
referencias, idiomáticas o no. Adelantamos a un tren y pareciera que estuviéramos
casi parados si miramos a nuestra derecha, la vida en cámara lenta, pero si
miramos a la izquierda observamos nuestro movimiento y su velocidad. Todo es
relativo. Llegamos a Pisa y no necesitamos andar mucho para alcanzar el hotel,
justo enfrente de la estación, un NH con habitación 504, curiosamente la misma
que teníamos en Florencia. Toca pasear. La arquitectura parece similar, con la
variante de los soportales y que el colorido en las fachadas parece ser mayor. Las
iglesias son mas modestas. Faltan los frescos y la decoración no es tan
exuberante. Llegamos a la plaza de los milagros. La torre inclinada impresiona.
Las fotos o imágenes no concuerdan con la realidad. Pieza blanca hermosa y con
una inclinación sobresaliente, es objeto de infinidad de fotos y de personas
que intentan inclinarla o sostenerla en poses variopintas. La plaza en sí mismo
es una preciosidad, el conjunto de blancos y verde césped da una imagen de
postal. El sol la engrandece. Varias zonas verdes permanecen vedadas al asiento
del público. La catedral combina mármoles grises y blancos en el exterior con
interior que muestra aire de mezquita, también por la alternancia de colores. Un
gran Pantocrator ocupa gran parte de la alta cúpula y un extraordinario púlpito
de Pisano, 1302, labrado, es la pieza mas fotografiada por los turistas. El camposanto
tuvo como origen el de iglesia que albergaba en su pasillo central sin techo
tierra santa traída con la segunda cruzada. Hoy es un edificio que alberga
infinidad de tumbas y frescos que rodean el claustro rectangular. En gran parte
fue reconstruido tras un incendio provocado por una granada el 27 de julio del
44. Esplendidos los frescos de Buffalmaco (activo en 1315–1336) que pinta el
juicio final y muestra a los malditos a la derecha y a los bendecidos a la
izquierda y el triunfo de la muerte representada en forma de mujer con hoz. El
batisterio, austero, sin frescos ni decoración, acoge otro magnífico púlpito. Visitamos
también el museo de la Sinopia con diferentes muestras de lo que quedó después
de despegar los frescos, algunas de ellas espectaculares. Ya dentro del Museo
del Duomo recorremos varias salas y observamos la torre inclinada desde
infinidad de ángulos. El museo alberga pocos visitantes pero quizás muestre
otra forma de fotografiar el objetivo mas buscado. Una de las salas alberga un espectacular
crucificado en madera del siglo XII, policromado, con un brazo despegado de la
cruz y cuya desproporción aumenta de cintura para abajo. En otra sala
encontramos una espléndida escultura de madre e hijo o Virgen del coloquio, de
Giovanni Pisano (1250-1315). También de Pisano un crucifijo de madera de
finales del XIII.
Saliendo de la plaza de los milagros paseamos y encontramos la plaza
de los caballeros de planta en forma de concha donde se alternan los palacios e
iglesias. Si dejamos la calle principal la ciudad parece estar muerta. El Arno
sigue su curso y muestra a ambos lados sacos terreros.
Cenaremos mas tarde en L’etichetta, sugestivo local, bien decorado y
con ambiente de intimidad donde tomamos spaghettis, fillete funghi porcini y
cantuccini e vin santo. Pensamos que la torre estará iluminada en la noche,
pero el paraje antes bullicioso se encuentra ahora solitario, casi vacío y con
escasa luz. La vida sigue y bulle en la calle principal que nunca partirá el
Arno que prosigue hacia su desembocadura en el mediterráneo. Final o principio
de algo. Ya en el avión, día siguiente, termino de leer a Auster y su invención
de la soledad. Emocionante, la vida está hecha de recuerdos y quizás eso nos
mantenga vivos. Para el recuerdo, éste viaje, y todos los anteriores reflejados
en él. El estado natural puede ser el de nómada, viajero en busca de algo.
Buscar, ver y observar, pasión por el conocimiento, pasión por la belleza que
alberga el planeta. Algunos dicen que solo es una escapatoria, irreal, dentro
del mundo que nos ha tocado vivir. Pero esta escapatoria es real, la puedo
sentir, disfrutar y volver a sentir, y está hecha de pequeños escalofríos, será
una contemplación de lo retratado o esculpido, será un color o una vista, o una
flor, será un latido, un despertar, o será, definitivamente, el roce de una
piel, de tu piel, una mano, mejor dos, enlazadas, dos cuerpos en movimiento a
través de esos mundos.
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