sábado, 26 de abril de 2014

pontormo



Ya en Madrid, de vuelta de Florencia, descubro por casualidad, en el periódico, que la Fundación Mapfre del paseo de Recoletos alberga una exposición de Pontormo, de sus dibujos. No tardamos mucho en visitarla, es domingo por la tarde. Compite con otra de Picasso que se lleva el público y deja la de Jacopo Carrucci en el sótano, un tanto solitaria. Mejor, Picasso tiene su audiencia fija pero la mayoría de éstos no conoce al maestro de Florencia y la visita es tranquila, pudiéndose uno parar en cada uno de los 70 dibujos que componen la muestra. No hay mejor calificativo que el de digna de ver. Bocetos para obras posteriores, figuras inacabadas, de contornos irregulares unas veces y simples otras, cuerpos que muestran volumen, rostros que imploran o miran al cielo, o simplemente miran, ojos que vagan en busca de respuesta. Técnica exquisita, hace fácil lo difícil, o el captar el alma a través del rostro. Al final se muestra su diario en vitrina, sus palabras, de ser solitario, inconformista, lo que lleva asociado el epíteto de incomprendido. Único e irrepetible.

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