Empezó la semana santa con fútbol si hablamos de miércoles y con sobredosis
de realidad para el equipo que perdió tres competiciones en ocho días. El Barcelona
ya no engaña a nadie, aunque lo peor es que se engaña a sí mismo. Falta autocrítica
en un club donde sobran muchos y faltan los que pusieron la inteligencia. Hasta
Messi perdió lo último que debe perder un futbolista, la dignidad sobre el
terreno de juego. El jueves santo es sinónimo de atascos, sobre todo si no se
piensa. Empieza la procesión de coches, concentrados en pocas horas. Las zonas
de servicio se atestan al calor de abril, parece verano. Los hosteleros
aplauden el tiempo. Que voten por dejar la semana santa fija, más cerca de Mayo
que no. El lento peregrinar de vehículos se sobrelleva mejor con música,
siempre la música. El desgarro en la voz de Bruce y su armónica en la tierra
prometida o la dulzura en los sueños de Allison Krauss como compañeros de viaje. De repente
son las dos de la tarde y en medio de Castilla suena aquella cuyo nombre es propio
de estos días, Soledad Gimenez, a ritmo de jazz, dulce también, habla de la
locura, del que se escapó de Ciempozuelos, y la piel se torna sensible. Un rato
después recorro el paralelo de la N1, la antigua carretera olvidada en el
tiempo, y atravieso Fuentespina, pueblo que no dice nada aunque a mí me diga
mucho. El restaurante perdió su nombre y casi su forma, pero el alrededor es
reconocible. Dice Graham Greene que la infancia es la capital del escritor, yo
diría que de todos. Parada de infancia, adolescencia y mas. Comida en carretera. Sensaciones.
Vitoria no es sinónimo de Semana Santa, aunque el turismo haga acto de
presencia. Terrazas y sol. Muere García Márquez, lo mejor que se puede decir de
él es que he disfrutado de su lectura. Lenguaje novedoso y forma narrativa
inesperada. Un genio de la creación. Me esperan mas obras de él. Los ocho
apellidos vascos hacen furor en forma de película. El cine se llena, aún en
viernes santo. Risas y sonrisas. Comedia de situaciones, simpática, bien
llevada y resuelta. Ha funcionado. Lo que me sorprende es que la gente acuda al
cine a verla. ¿Se pararon las descargas? ¿Ganas de reír en comunidad? La pasión
se acaba el domingo con nuevos atascos y vuelta a la realidad. No creo en la resurrección
de las almas, si creo en la de las conciencias. Imprescindible y necesaria. Sólo
que esta requiere pensar, cambiar esquemas y echar a andar, y eso siempre
cuesta. No deja de ser otra forma de locura. Me acuerdo de Sor Lucía, monja que
vive en Manresa. Le llaman revolucionaria. Yo la encuentro ideal, como ella a
cientos, se necesitan. Agitadora de almas y de conciencias adormecidas o
embotadas, rebosantes de aplastante realidad. Pero no hay nada que pare al ser
humano, todo es proponérselo.
Berenjenas rebozadas
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Asar las berenjenas enteras en el horno. Dejar que se enfríen y quitarles
la piel dejando la parte de arriba como en la foto. Hacerles unos cortes y
estend...
Hace 4 semanas
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