sábado, 29 de marzo de 2014

lamar



Es una forma de verlo, Mr.Marshall viene de nuevo y se desata la euforia, se olvidan las penas, y ya se pueden alzar las campanas, es Lamar Odom, que llega a jugar a una pequeña ciudad del norte, Vitoria, desde el mundo NBA. Será el carácter provinciano, dicho con todo respeto, el que hace que se vendan camisetas ya, que se busque la foto, que se olviden los problemas, y todo se centre en el baloncesto, deporte de altos y algunos bajitos que acapara atención sólo cuando el fútbol no es protagonista. Pero en Vitoria es distinto, el Baskonia atesora historia y éxitos y el sentir de una ciudad que se ve reflejada en la lucha en la cancha. Parece una operación brillante, un gran jugador desentrenado, con anillos de campeón, que en ya en su edad madura quiere recuperar la ilusión, infancia difícil, historias de adicciones, divorcios sonados, toda una historia para empezar de cero. Operación reflexionada, dicen de un lado, decisión en 48 horas, dicen del otro. Por un momento me recuerda a aquellos años 70 cuando el americano de turno metía 35 por partido. ¿Se acuerdan? Pero los americanos individuales no ganaban ligas, las ganaban los de siempre, los que tenían para pagar al foráneo y a los mejores nacionales. Luego llegaron dos por equipo y luego la locura, los equipos de la ACB son auténticas experiencias internacionales donde los entrenadores hablan en varias lenguas y hay traductores para que los mensajes lleguen a su destino. Essie Hollis no ganó ninguna liga y las metía todas. Por un momento se olvida el concepto de equipo, el que ha llevado al Baskonia a sus mas altas citas. El alcalde se hace fotos con el jugador, es recibido como un héroe de guerra y hasta los periódicos y teles hablan del asunto. El tiempo quitará y pondrá cada cosa en su sitio. Y el tiempo pasa y semanas después Odom se va, lesionado, dicen que el contrato está acabado, buenas palabras por ambas partes, el jugador dice que nunca olvidará la ciudad, el presidente del club dice que volvería a ficharlo. Que ha salido rentable. Metió dos puntos, jugó 23 minutos. La rentabilidad nunca la explican. Son sus cuentas, es un club privado, es baloncesto, es deporte, a quién le importa con la que está cayendo. Nadie se mete en su trabajo, o en su casa, que es lo mismo. Querejeta habló de refundación del club, de nuevos protagonismos. Hace lo que la mayoría de los mandatarios. Lo decía Suarez, puedo prometer y prometo. Luego nadie recuerda lo que prometió. El tiempo pasa y probablemente Lamar ya haya olvidado si Vitoria se escribía con v o con b. El tiempo lo curará todo o lo olvidará todo.

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