La Galería de los Uffizi abre pronto, traspasada la barrera de
seguridad se suben escaleras para alcanzar la última planta donde dos amplias
galerías dejan paso a múltiples salas. Las galerías dejan entrar la luz a
través de amplios ventanales que en los costados ofrecen vistas del río, del
puente Vecchio y de la ciudad entera. Algunos visitantes se empeñan en
fotografiar todo intentando atrapar la belleza en una cámara. La luz deja ver
techos decorados e infinitas esculturas y bustos que parecen vigilar el
discurrir de los visitantes. Se ofrecen bancos para los pies cansados o
simplemente para contemplar y descansar las emociones. Los grandes artistas y
los menos conocidos se suceden y de ahí bajaremos a una planta donde la
colección de pintura italiana se extiende por multitud de salas. Caminamos
entre grupos que atienden en silencio a las explicaciones del guía, palabras
que llegan a sus cabezas por auriculares, el silencio se agradece. Estos grupos
se arremolinan en torno a esas obras imprescindibles y que llenan las guías y
los libros de arte. Muchas veces yo elijo otras, me dejo llevar por los
sentidos y busco esa sensación que provoca lo inesperado o lo no conocido sin
atender a la firma de la obra. Y descubro a Il Perugino (1448-1523) con una
crucifixión cuya María Magdalena se presenta delicadamente a los pies de
Cristo. Sigo con una Virgen y el niño, que agarra el pecho descubierto. La obra
pertenece a Giuliano Bugiardini (1476-1555), y el contraste de pieles blancas y
ropajes oscuros resalta la figura central de la madre. Pasamos al blanco y
negro con el cuadro de Giovanni Bellini (1430-1516), Lamentación sobre el
cuerpo de Cristo, claros y oscuros en una composición admirable que no necesita
color. Volvemos a las tonalidades con otra composición excepcional, coro de ángeles
que rodean a la Virgen de la granada con el niño. Pertenece la obra a uno de
los artistas que más atención se lleva en la galería, Sandro Botticelli
(1445-1510). Cambiamos de siglo y admiro el retrato de Ortensia de Bardi di
Montauto, del pintor Alessandro Allori (1535-1607). Y aparece Bronzino de nuevo
con series de retratos magníficos que llenan un par de salas, y una Lamentación
sobre el Cristo muerto en un escorzo imposible. Finalizo con la espectacular
María Magdalena penitente, cambiando de siglo, obra de Carlo Dolci, 1616-1686. Llegamos
así al final de una visita intensa y donde el arte da poca tregua.
Pastel de manzana en Airfriyer
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Batir 1 huevo, un chorrito de aceite, otro mas grande de leche, una
cucharada de Royal y harina hasta que quede una crema. Pelar una manzana y
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Hace 3 días
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