sábado, 1 de marzo de 2014

conciencia



Inundados estamos de declaraciones absurdas que intentan hacernos comulgar con ruedas de molino. La crisis se acaba, dicen. Nunca se acabará, el problema es global. Ellos lo quieren resolver a nivel nacional, europeo, occidental, local, provincial, olvidándose de que hay otros mundos, el tercero y el cuarto, que se intentan acercar a nosotros, desesperanza se le llama a eso. Pero los que rigen no tienen ni idea y lo peor es que dan lecciones, el drama de la miseria lo pervierte todo y ellos a lo suyo, sin mirarla de frente. Claro, es triste, es oscura, es inoportuna, está fuera del mundo de ilusión y color que nos vendieron y venden. Y habla en otro idioma que no entendemos y que molesta. Un iluminado, presidente de Facebook, quiere llevar Internet al planeta. Bastante mejor haría llevando comida o medios para producirla, llevando aquello que contribuya a vidas dignas. Tampoco carguemos sobre sus espaldas todo el peso de la culpa. No es omnipotente. Pero carguemos la estupidez sobre él. Pero nadie lo es, omnipresente, y nadie se acuerda de trabajar en común, codo con codo, porque no interesa. Interesa lo propio, la avaricia, la ganancia inmediata. Vivimos en el mundo del ruido que lo pervierte todo, el ruido de los monólogos en que se han transformado los diálogos, el monólogo para opinar de todo, pero para no resolver nada, porque se habla más que nunca y se hace menos que nunca. Que queda a cambio, el silencio como alternativa, el silencio como terapia, como escondite para reflexionar antes de decir algo, y si no merece la pena, callar, e intentar actuar cada uno a su nivel. Decía Kundera: “el único momento en que se puede reconocer un fenómeno en todo su espanto es cuando aún es algo novedoso”. Pero no nos enteramos a tiempo, nos engañaron y no reaccionamos, los que gobiernan este mundo, nunca cambiaron, sólo cambian de traje, disfraces de cordero, sea carnaval o no, pero el espantoso fenómeno de este injusto mundo dejó de ser novedad hace tiempo. Adormecieron nuestras conciencias y ahora sólo queda revolucionarlas.

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