viernes, 24 de enero de 2014

el primer gol



En tiempo de mentiras parecería que quedan pocas verdades. Pero no es así, son muchas todavía. Los mentirosos son pocos, salen en la tele, y se pudren en sus falsedades aunque sigan enriqueciéndose a cuenta de todos. Pero me quedo con un apartado de la vida donde todavía se puede encontrar mucho de verdad y de dignidad. Y hablaré de fútbol, pero del otro, del que nunca se ve en televisión, del que no celebra galas de traje largo, del que no recibe premios, del que no se acuerdan los que mandan. Mala memoria la suya. Pero yo recuerdo y me parece que nada ha cambiado en el juego, a pesar de que los niños lleven botas de colores cuando antes eran negras, y jueguen en praderas verdes cuando antes eran arenales, o jueguen al abrigo de familias enteras donde antes imperaba el silencio. Porque el juego siempre es el mismo, niños, siete, diez, once, los que sea, en pos del balón y con el objetivo de llegar a la portería. Y con un acompañante esencial, la ilusión. Y es que no hay nada mas auténtico que un niño detrás de un balón, lleno de sueños. No sé si os acordáis de vuestro primer gol. Yo sí, o al menos eso creo, puede que sea un engaño de mi mente, la memoria se dispersa con el paso de los años. Pero diré que el campo era de cemento, las porterías de esas blanquirojas, y todavía veo como mi cabezazo traspasa la línea y no se estrella contra ninguna malla. Lo siguiente es imaginación, lo siguiente es grito, alegría, abrazos. Quizás haya estado reviviendo ese gol cientos de veces a lo largo de estos trece años, en las botas de otros niños, vestidos de amarillo, en gradas frías, heladas, bajo la lluvia o el paraguas, o bajo un sol de castigo, en campos de pueblos o en campos de barrio. Quizás fuera sólo eso lo que había detrás de todo esto, de mi empeño o de mi lucha. No lo sé, pero doy por bueno todo lo invertido, todo lo luchado, todo lo que otros considerarán tiempo perdido. Doy por bueno todo eso porque he disfrutado y porque he compartido todo ello, y compartir con el prójimo es entender un poco más de qué va la vida, de qué van los sueños, de que va la ilusión. Valgan estas letras para reconocer el trabajo de todos los que han sido, son y serán defensores de esa verdad, de los que desde los banquillos o despachos dirigen niños o menos niños y los ayudan a ser un poco mas humanos a través de este deporte. Que la ilusión nunca os abandone.

2 comentarios:

Miguel A. Lechuga dijo...

Enhorabuena, Jose. La semilla que has plantado crecerá, los valores que les inculcas los hará hombres de futuro. Dejarás huella, recuerdos y añoranzas. Te estarán eternamente agradecidos esos hombres del mañana. Recordarán su primer gol. Un abrazo.

Manolo dijo...

El momento de apearse es el mejor para contemplar lo que has dejado atrás. Hazlo y verás, aparte del cariño de aquellos que hemos compartido algo de tu camino, una huella de profundo respeto.