viernes, 16 de agosto de 2013

celedón


Pasan los años y hay algo que no cambia, Celedón sigue bajando del cielo y subiendo días después, muñeco movible entre dos puntos. La alegría baja del cielo y los blusas y neskas y los que no lo son viven cinco o seis días de desenfreno y fiesta.  Diversión, actividades, música y mucho alcohol, o dele la vuelta. Los mayores se van retirando, aunque tienen su día especial, y la juventud toma el relevo. Todos hemos pasado por ahí, o muchos, o algunos. Recuerdo días gloriosos de hace muchos años. Dice un torero que se metió el día 4 de agosto en el cine con un compañero de cuadrilla, y le extrañó que sólo estuvieran cuatro incluidos ellos. Pensó en la crisis de la pantalla grande. No sabía que Celedón bajaba. Me pregunto por los otros dos. ¿Quiénes serían? ¿Pareja o individuos separados por filas o butacas? Y es que las fiestas también traen soledad. Paseo por Vitoria, es día 9, el último día. Los barrios alejados del centro parecen estar fuera de la festividad. Poca gente, foráneos emigrantes con niños y cuidadores de ancianos en silla, en paso lento o recordando en bancos. Parejas que se besan o a las que las fiestas separarán definitivamente. A medida que me encamino al centro se oye música y la densidad de población crece. Terrazas al sol y sombra. Blusas y camisas blancas manchadas de vino, es  el último esfuerzo. Y solitarios como yo hoy, que se afanan por esconder su soledad. Enfermos de falta de comunicación que deambulan confundidos entre los que van en grupo. Parejas que no lo son. Hijos que se aburren. Parejas que demuestran el porqué de la palabra. El ser humano lucha por escapar de su finitud. El alcohol es un remedio, el amor otro. La vida se lleva años y nos deja recuerdos. Ya no existe el jardín de mi primer colegio de donde algún que otro flash me llega. Dicen que nuestro cerebro no está preparado para almacenar la infancia. Quizás sea una forma de autoprotección para no enloquecer de nostalgia. Todo se queda en neblina, de mañana fría y eterna, de juego irresponsable; todo se queda menos nosotros que andamos a ninguna parte y a todas, que movemos nuestro ser para sentirnos mejor, mas vivos, mas cuerdos, mas adultos, mas serios, mas lejanos, caras conocidas, alcanza a todos. Suenan los bailables de la Florida, mexicanas, no cambia tampoco. Y bailan las parejas mayores. Y cambian los protagonistas pero no el attrezzo. Celedón sube y esperará casi un año, en el backstage, inmortal.

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