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la materia
La escultura permite la visión desde todos los ángulos.
No hay pared que reciba al lienzo ni nada oculto tras él. No hay secretos
guardados en marcos ni mensajes para la historia dejados para interpretaciones
posteriores. La escultura permite que el observador gire alrededor de la obra y
ésta se convierta en infinidad de ellas, lista para lecturas múltiples. La exposición que hasta finales de Junio
alberga la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en la madrileña calle
de Alcalá lleva por título el nombre del autor, Mariano Benlliure, y el
calificativo de “El dominio de la materia”. Materia diversa para llegar al
mismo punto, el plasmar en obras más o menos grandes, gestos, movimientos o
sentimientos. Su busto de la bailarina Cléo de Mérode que parece surgir de la
piedra es magistral y el monaguillo que expresa su dolor por una quemadura
expresa en tamaño natural todos los detalles de un instante. La materia admite
también otras interpretaciones, y el bar La Venencia de la calle Echegaray sirve
frutos materializados en vino con el testigo de paredes y mobiliario que podría
contar la historia de un país. Esa materia inerte pertenece a un pasado que se
echa de menos, será por la racionalización del adorno y de la luz, será por la
ausencia de reformas, será por el querer conservar lo que fue. Y es que no hace
falta nada más o hace falta poco para que el entorno sea agradable. La materia
antes viva y cocinada después también da para mucho. Hoy que se viven tiempos
de alta cocina y proliferan los maestros del humo a precio de oro, no está de
más el volver a la cocina de siempre, simple y sin adjetivos, como la que
transforma los lomos de bacalao en algo que se debe comer, con un pequeño rebozado,
en el bar Revuelta, calle Latoneros.
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