sábado, 19 de enero de 2013

tan poco

Vivimos en la época del absurdo. No pensarán lo mismo los jóvenes o niños, plenos de ilusión, esa cosa que suele disminuir con la edad y que algunos sinvergüenzas (corruptos y estafadores) nos quieren quitar del todo. Pongamos ejemplo de absurdo, un diario promociona un lector digital con regalo de 500 libros. Hay que leer mucho y vivir años para leerlos, y sobre todo, sin que el lector los haya seleccionado. Pero se trata de engatusar, embotar, ya no hace falta ni elegir lo que uno quiere leer, te lo dan todo junto, de golpe. Viva la abundancia, aunque no sepa ni cómo utilizarla ni cómo hacer de ella virtud. Y es que a veces basta con poco, para escapar de lo que nos imponen, y soñar, y para eso el fútbol, de barrio, es una mina. Y vale un gesto, en una tarde, y sólo uno, y vale observar, ver, esperar, dejar paso el tiempo, sin prisa, para que se produzca el milagro, y es que el pequeño jugador, de escasos años, todavía no contaminado por la miseria humana, se despoja de la sudadera, ayudado por su hermano mayor, y ya va a salir corriendo, presto a iniciar el calentamiento, cuando su hermano le llama y le recuerda algo, y se lo dice, y el pequeño vuelve, solícito, y recibe un beso, y da otro. Y es el beso de la despedida, porque partir es sinónimo de distancia, de eventualidades, de juego, y el beso hace que la distancia no se haga infinita y la separación sea temporal y quizás quiera significar deseo de suerte, o simplemente, costumbre, buena, gesto fraternal y humano entre tanto absurdo.

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