Finales de Noviembre del
99, tres noches en Lisboa. Viaje en avión, para cinco, y gratis, producto de
los puntos acumulados tras multitud de viajes de empresa con Spanair, hoy
desaparecida. Primer viaje en avión para Edu y Ander. Bonita ciudad donde ya se
cantaban villancicos en plena calle y donde las castañas de los puestos
callejeros tenían un empolvado blanco. Andamos y andamos hasta que mi pie dijo
basta, no por nada, sino por uno de esos gajes del destino. Era el penúltimo
día, antes ya habíamos subido y bajado cuestas, hasta el castillo y hasta el
mar, en ascensor o no, y habíamos visto calles antiguas y mosaicos de azulejos
azules preciosos, comido en tasca curiosa y también en McDonalds portugués, y
todo estaba bien, y ese otro día nos acercamos a Belem, y después de ver la
famosa torre de Belém nos acercamos al Monasterio de los Jerónimos, no
entramos, estábamos sentados allí afuera y de repente Eduardo dice que quiere
agua y como ya se sabe que los deseos de un niño de cuatro años enfadado no
deben ser órdenes inmediatas aguantábamos estoicamente el chaparrón de llanto.
Y probablemente se revolcaría por el suelo para acentuar su enfado y su
necesidad de agua. Y así hasta que pasado un tiempo decidimos hacerle caso y
dirigir los pasos hasta la tienda. Y claro, no sé por qué, él no quería andar,
así que acabó en mis brazos, y al cabo de unas cuantas zancadas acabamos por el
suelo, los dos, yo gritando por el dolor en mi pie doblado, y él,…, lo siento,
no me acuerdo, es egoísmo, pero creo que dejó de llorar,.... Encontré una de esas zonas donde el suelo se ha
hundido, son habituales en Lisboa y parecen indicar una naturaleza blanda del
terreno, y claro, mi pie esperaba suelo y encontró vacío hasta que tocó el
firme un poco más abajo pero lo suficiente para que el esguince ya estuviera
hecho. Y así, tras comprar el agua, acabamos pidiendo información a Sanitas
sobre cómo ser asistido de mi pie que ya era más bota que pie. Acabamos en un
hospital donde costó encontrar alguien que entendiera o hablara el inglés. Hubo
radiografía, espera y vendaje opresivo, y a casa, al hotel, donde pasé la tarde
tumbado con hielo y antiinflamatorios. Ya éramos dos cojos, Ander con su
aparato de ortopedia y yo. Al día siguiente no me resistí a dejar Lisboa tras
la ventana del hotel y me arrastré por las calles para ver algo más, apoyado en
la sillita de niño. Si empeoré el esguince nunca lo sabré. Pero mereció la
pena, por muchas cosas, pero recuerdo una, en la FNAC descubrí a una cantante
de fados de la que compré un CD y a la que todavía sigo en su ya larga carrera.
Se llama Mafalda Arnauth. Por lo demás las fotos muestran cielo azul, plazas
con palomas y vistas de tejados desde las posiciones altas de una ciudad que
después tuve la oportunidad de visitar por motivos profesionales pero con casi
nula dedicación a nada que no fuera trabajo y/o cenas, así que hay deuda
pendiente para volver.
Berenjenas rebozadas
-
Asar las berenjenas enteras en el horno. Dejar que se enfríen y quitarles
la piel dejando la parte de arriba como en la foto. Hacerles unos cortes y
estend...
Hace 3 semanas
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