Otoño del 99, tres
colores, verde, rojo y amarillo, son los colores de los ponchos que llevaban
los niños sobre el abrigo. Con capucha, hacía frío y llovía en Santiago, las
fotos lo atestiguan, aunque el frío no se inmortalice. También cada uno lleva
su bastón con la concha del peregrino. Es la plaza de la Catedral, dentro la
multitud se agolpa, visitas y misa, tal es el gentío que nos vemos casi
atrapados con los niños en una de esas de ni para delante ni para detrás, con
lo que salimos con ellos y dejamos la silla de Ander dentro, luego se busca. Y
es que Santiago atrae a millares de personas, sea o no sea año santo,
compostelano o no, sean peregrinos fieles o agnósticos en busca de historia o
gastronomía o indulgencias, y la plaza del Obradoiro es punto de encuentro para
ir en busca de todo, de llegada para los esforzados y para los que ya casi no
caminan. Y las colas para ver al santo se multiplican, devoción o superstición,
o todo junto. Y el hotel Los Abetos a las afueras de la ciudad nos ofreció la
estancia para esas dos o tres noches, no recuerdo, en especie de dúplex.
Acogedor espacio. A la ida o a la vuelta tocó parar en Astorga donde las
fotos nos muestran alrededor de una tapia con catedral y palacio, quedará su
visita para mejor ocasión.
Pastel de manzana en Airfriyer
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Batir 1 huevo, un chorrito de aceite, otro mas grande de leche, una
cucharada de Royal y harina hasta que quede una crema. Pelar una manzana y
cortarla en ...
Hace 13 horas
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