La realidad supera a la
ficción o a veces a la propia realidad, hay escalas dentro de lo que sucede,
sucedió o sucederá de verdad y el sufrimiento no tiene límites. Hace un par de
días vi la película Intocables, del año 2011, (en España le quitaron la s y se
estrenó como Intocable, maldita manía de cambiar las cosas), la maravillosa
historia de un tetrapléjico y su cuidador, basada en hechos reales, la película
francesa hace honor al cine y a la vida, sólo que la vida a veces es cruel y no
admite dulces ni edulcorantes; estos días la prensa relata el caso de una
anciana y su hija discapacitada encontradas muertas en Astorga. La anciana sacó
a su hija de la residencia porque quería cuidar de ella, y encontraron la
muerte. Quizás ella no debió de sacar nunca a su hija de allí, quizás se sentía
sola o quizás era su única razón para vivir, sin darse cuenta de que su muerte
acarrearía la de su hija ciega. Pero no hubo acuerdo entre los servicios
sociales y ella, no hubo lucidez por parte de una señora ya mayor, la justicia
que buscaba la incapacidad es lenta, cúmulo de circunstancias, todo para llegar
a esto. Maldita existencia. No tiene otra palabra, o par de ellas. Por eso, el
buen sabor de boca del cine se disipa, y se olvida la música que suena, los
violines no surcan el aire, el cine no deja de ser evasión y olvido de lo que
pasa, por mucho que nos metamos en la historia, siempre llegará el final tras
noventa o cien minutos, y las luces se encenderán una vez más para ver que la
ceremonia de la confusión sigue y que nuestra oscuridad hace que tardemos en
enterarnos que alguien cercano, aunque se llame vecino, de ahí enfrente, se ha
muerto hace días en la soledad de su vivir.
Berenjenas rebozadas
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Asar las berenjenas enteras en el horno. Dejar que se enfríen y quitarles
la piel dejando la parte de arriba como en la foto. Hacerles unos cortes y
estend...
Hace 4 semanas
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