sábado, 8 de septiembre de 2012

es lo mismo



Llueve sobre Alcobendas, la última vez que vi llover fue en Berlín, ha pasado tiempo, más de un mes, llueve igual, sobre seco y después sobre mojado, llueve para abajo, la tierra huele igual, todo es igual, cambia la expresión de la sorpresa, que no el pensamiento, cambia el idioma, pero el rayo ilumina igual y los truenos hablan el mismo lenguaje. La vida sin agua no tiene sentido ni realidad. A unos les gusta fumar, a mi me gusta ver llover, mientras las nubes vienen y van, mientras todo se inunda de frescor, mientras la vida se para por unos momentos, las calles se paran, los transeúntes se refugian, esperando, mirando al cielo, de las pocas veces que se mira hacia arriba, y que se puede mirar, sin la luz cegadora del sol, que fuerza a la gente a esconder sus ojos tras gafas oscuras de sol, quizás para esconder su desesperanza o su hastío o vaya a saber usted qué. Llueve y manda el agua, flotan las hojas, y el hombre espera, uno de los pocos momentos donde el humano todavía no tiene la última palabra.

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