viernes, 28 de octubre de 2011

lo que era y lo que será

Quizás es falta de cariño y por tanto, necesidad de afecto o amor. Para que les queramos más, para que les quieran más. Quizás busquen sentirse útiles o necesarios, o quizás necesiten pensar que su paso por aquí mereció la pena. Julián Marías acunó el término de “yoísmo” para designar la obsesión por aparecer como referente o para autocalificarse de inventor de algo. El “yoísmo” se junta con el cortoplacismo y el lío está servido. Sólo se mira el día a día. Decía Gallardón hace poco que sólo miraba a tres meses vista. Así le va, y así nos va a los demás. Buscan, algunos, instantáneas y éxitos momentáneos y fugaces, potencial causa de reelección. A 20 años, a futuro, nadie mira. Por eso, la educación, la pública, no funciona. Y no funcionará si no se piensa y se reflexiona, y si no se establece un modelo a largo plazo, consensuado, y no se convierte el tema en frente de batalla electoral constante. La educación no es la punta del iceberg, es el núcleo de éste, pero como está escondido, debajo del agua, nadie lo ve, sólo en cercanía de urnas pretende aparecer. Y hasta algunos de los que dicen defender la pública llevan a sus hijos a la privada (nunca nadie tiró piedras contra su propio tejado, y es de cajón buscar lo mejor para sus vástagos, ¿o no?). Mientras tanto empieza a llover, y la lluvia es lo que era y lo que será. No cambia, inmutable. Como hace treinta años y como será en el futuro. Así debería ser la educación, inmutable en su concepción de servir para todos, de vivero de igualdad de oportunidades, de cabezas rectoras y educandos que piensen no en el hoy y sí en el mañana, alejada de ideas tan grandiosas cómo inútiles y de minúsculos nano plazos.

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