domingo, 30 de octubre de 2011

las siete diferencias

Profano en la materia de la poesía, me dejo llevar e intento leer y encuentro algo sobrecogedor, de lo más bonito que se puede leer, algo que alguien escribió y quizás sintió, porque no se puede tomar papel y pluma sin sentir ni amar de verdad, vean,…, empezaré por el final de uno de los poemas de amor sin título,
“Eso no es nada, aún.
Buscaos bien, hay más”
Si lo quieren buscar, éste es el comienzo, “Sí, todo con exceso,…”
Y mi sorpresa de lector se multiplica cuando el diario de hace pocas fechas presenta un artículo de José Antonio Expósito que dice así:
“Cuando Pedro Salinas publicó en 1933 con notable éxito La voz a ti debida, se dice que Juan Ramón Jimenez tras leerlo modificó sagazmente el título y exclamó socarrón: “la voz a ti debida, ¡No! ¡La voz a mi debida!”. Esa leve pero significativa corrección revelaba años de indignación.”
Acusaciones de copia y plagio por parte de JRJ que llegó a decir, “Pedro Salinas no tiene ideas poéticas sino ideas secundarias”.
Entre unos y otros reproches yo sigo leyendo y sigo disfrutando de un lenguaje todavía lejano de mi entendimiento pero donde a veces aparece el minuto o segundo de gloria entre versos. Es de recibo, pues, que JRJ sea mi próximo destinatario, dicen que él fue el auténtico inspirador, y quizás más, de la generación del 27.

La voz a ti debida. Pedro Salinas. 1933

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