martes, 9 de agosto de 2011

ny-2 (de pastramis y pizzas)

Algunas de las camareras del Stage Deli de Nueva York parecen haber vivido siempre en el restaurante. Sorprende en muchos negocios neoyorkinos el encontrar a gente mayor trabajando, pero que muy mayor. La experiencia es un grado, y quizás se valora, debe de ser eso. Y curiosamente, ellos/ellas, que peinan canas, han desarrollado hasta el extremo la amabilidad que todo el mundo espera y que hace que todo se vuelva un poco más sensato y agradable. Parece que traído por la inmigración judía rumana, el pastrami, en su variante de sándwich, es uno de los platos estrella de este restaurante que no deja el estomago vacío, ni el bolsillo (si queda con hambre apueste por los postres, mejor dicho tartas, unos quince centímetros de altura, aproximadamente). Fundado por un emigrante ruso en el 37, el local se sigue llenando. Precios asequibles en el centro de la gran ciudad, en un local que vio a Marilyn y ve hoy en día pasar a artistas, políticos y famosos, que dan nombre a diversos platos de la carta. Cambiando de variante, Nueva York está llena de pizzerías, la emigración italiana echó raíces y locales por doquier acreditan su origen allá por los años 30. Una de ellas, John’s of Bleecker Street, en Manhattan, tiene fama de ser la mejor de la isla. La demanda parece ir a su favor, tiene cola para comer, con resguardo para la espera en invierno. Una vez dentro el local parece no haber sido pintado en años. Los bancos de madera y las paredes acumulan desgaste y fechas, nombres y citas, seguro que hasta declaraciones de amor. La pizza, exquisita, eso dicen, perdonen, pero es que no como queso, no puedo opinar. Si les diré que el sausage sandwich es de primera. Busqué el secreto y lo encontré en la salsa de tomate.

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