viernes, 27 de mayo de 2011

bachilleres

No somos originales, pero no importa. No importa si lo que copiamos es bueno y agradable y emocionante. Ahora, nuestros bachilleres celebran una ceremonia de graduación. Seguimos el modelo americano. Los chicos muy guapos y las chicas más, todos ellos parecen pequeños adultos, unos ya mayores de edad y otros a punto. La vida por delante, saliendo a borbotones. Los discursos de siempre, unos mejores que otros, unos más lagrimosos que otros, la entrega de diplomas, los aplausos. Los chavales que se vuelcan con ellos mismos, con los suyos. Los chavales en el centro, son el centro del mundo, las familias alrededor, fotógrafos por doquier. Llega la música, el rock y la melodía. Fabuloso el rock. Dos canciones finales para enmarcar y leer. Dust in the wind y la senda del tiempo. Esa senda infinita, lo mejor que hizo Celtas Cortos. Para que digan que a los jóvenes no les gusta la buena música. Llevo a mi hijo y a algunos amigos al restaurante. Me quedo sólo. Y los recuerdos de su infancia son polvo en el viento. Una lágrima. La luz es crepuscular. Suena la música en el coche. Hace calor. Música y carretera, polvo en el viento, eso es lo que somos. Me gustaría seguir rodando esta noche, viajando sin dormir y sin destino, sólo por el placer de moverme. Pero mañana será otro día, el deber llama. El mundo es vuestro, bachilleres, devoradlo, merece la pena.

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