domingo, 8 de mayo de 2011

al final

La muerte no es el final. Es el título de una canción religiosa adoptada más tarde por las fuerzas armadas para honrar a los caídos. La semana da un par de ejemplos. Que se lo pregunten a los hijos de Jesús Gil. Una sentencia les obliga a pagar las irregularidades contables de su padre en Marbella. El finado ya no se enterará de nada. A otro que le llegó el final es a Bin Laden. El hijo de un bombero muerto el 11-S no se ríe cuando dice que es raro alegrarse por la muerte de alguien, pero que él se alegra. La muerte de su padre nunca se acabará. Quizás en ese testimonio se resuma todo el vértigo del sufrimiento de inocentes, no entendido y no aceptado. En buscar un amargo consuelo en una forma de justicia que no le devolverá a su padre pero que puede evitar futuros padecimientos.

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