domingo, 19 de diciembre de 2010

víspera de navidad

Nada queda claro. Algunos se llevan el secreto a la tumba y otros no hablarán nunca. Las noticias se contradicen. Parece que su empleo estaba en el aire, con algunos sueldos sin cobrar y con un posible embargo a la vista. Así se encontraba en Olot la persona que mató poco después a cuatro personas, incluida su jefe. El ayuntamiento se reúne para condenar los crímenes. No sé qué condenan. Se puede condenar la violencia en general, lo que ya se supone y en lo que es fácil estar de acuerdo. Pero la desesperación y la locura no se pueden condenar, se pueden prevenir y no siempre. Pero se debería intentar. Y entonces habría que condenar a más gentes, incluidos aquellos que tienen la responsabilidad de dirigir empresas. Pronto será Navidad, aunque ya lo sea en las calles desde hace días. La Navidad ya no es como antes, dicen por la tele en una encuesta callejera. Nunca lo será. Qué bello es vivir. Es el título de una película. Le aconsejo que la vea y vuelva a verla y crea en los milagros, aunque sea mentira, pero hágalo sólo durante dos horas, y no se olvide de volver a verla el año que viene, cual niño que cree en los magos. Al menos una esperanza cada año; unas lágrimas furtivas y un James Stewart maravilloso a punto de arrojarse por el puente le harán olvidar todo lo que la realidad se empeña en recordarnos el resto del año.

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