domingo, 19 de diciembre de 2010

suite francesa

¿Por qué leer un libro inacabado? No lo sabía cuando empecé a leerlo. Primera razón. Si lo hubiera sabido lo hubiera hecho de todos modos. Hay libros inconclusos que dan vueltas, miles, a muchos de los meditados, reescritos y releídos mil veces. La autora no pudo terminarlo. Envuelta en sus meditaciones sobre cómo seguir, un día se encontró detenida y en menos de mes estaba muerta sin que el mundo se detuviera para dar noticias de ella a su familia. Su condición de judía la marcó. Ni siquiera el hecho de pertenecer a la burguesía rusa huída de su país durante la revolución, ni su antibolchevismo declarado le valió. El famoso campo de Auscwitch la albergó y la mató. Su novela incompleta destila de todo. Pienso a veces que todo está escrito y a veces encuentro refrendo. Si usted quiere saber qué pasó en Francia con la ocupación alemana durante la segunda guerra mundial no deje de leer este texto. Encontrará desesperación, encontrará dignidad, encontrará colaboracionismo con el invasor y todo ello le interrogará constantemente a usted y a sus principios inamovibles. Preguntas que producen vértigo. Dice uno de los protagonistas, alejado de todo egoísmo que él no se cree ser “una criatura única e irreemplazable”, más bien uno de los “muertos incontables, los que antes han sido”. Uno más. Dejo de leer de vez en cuando para recrearme en lo leído y sentir la belleza y ternura de algunos párrafos. Vuelvo a releer alguno de ellos y vuelvo a ver y a dibujar las imágenes en mi cabeza, toda una galería de emociones contradictorias. De lectura imprescindible.
Suite Francesa. Irene Nemirovsky. 1942

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