domingo, 23 de mayo de 2010

el límite

Hablemos de límites. Y de quién se los pone a los gobernantes. Hablemos de Tailandia, dictadura encubierta. Los camisas rojas se enfrentan al poder y salen perdiendo. Pobres contra menos pobres. Los rebeldes, ayudados en la sombra por un ex primer ministro depuesto por un golpe en 2006. La rebelión ha sido aplastada, con sangre y muertos, ante la pasividad del mundo. Volverán a intentarlo. El pueblo tiene la palabra.
Otro ejemplo, Camps, sigue siendo favorito y se jacta de ello. Dice: me atacan porque no se me puede ganar en las urnas. Que tome nota el pueblo. Nos volvemos a ir lejos, a Sudáfrica. Llega el mundial de fútbol en un país torturado por la miseria, donde millones de personas viven en condiciones infrahumanas. El límite tiende a infinito, directamente proporcional a la paciencia de los que sufren. El país será por unos días una nación de contrastes, infinitos y absurdos.
¿Y quién pone límites a los ricos? Zapatero duda. En Italia, la justicia acaba de requisar el yate de lujo de Briatore, uno de los patronos de la F-1. Dicen que debe cinco millones de euros al fisco. Y pasa por respetable. Cuanta mierda escondida debajo de las alfombras de oro.
El límite nos lo ponemos nosotros mismos. Nos arrugamos, nos escondemos y parecemos osos hibernados para siempre, marcados desde la cuna con la señal del dueño, que nos da de comer y nos concede el beneplácito de vivir.

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