sábado, 17 de abril de 2010

lilith

Según cuenta Clara Campoamor en su libro, una vieja leyenda judía incluida en el Talmud dice que no fue Eva la primera mujer del paraíso, fue Lilith, pero ésta se resistió a acatar la voluntad exclusiva del varón y prefirió volver a la nada. Clara no se resignó a esto, y perseveró en su lucha por elevar la dignidad de la mujer y por sacarle del ostracismo familiar. Volvamos la vista 80 años atrás, España, proclamación de la república, 1931. Todo alegría y libertad. Espere un momento. La mujer en casa, con los niños, en la iglesia. El hombre puede ser liberal o no, demócrata o no, republicano o no, pero la mujer no cuenta, no opina, no vota. Machismo y desprecio. No está preparada para votar. No importa nada. Ahí aparece Clara. Abogada. Sólo había tres en Madrid en aquellos años. Logra entrar en el parlamento en las primeras elecciones y gracias a su pelea consigue que la constitución del 31 recoja el voto femenino, con la ayuda de socialistas y de partidos de derechas, con la oposición de republicanos, con pocos votos de ventaja. Emocionantes sus discursos, no es sólo feminismo, dice Clara, es la idea de ciudadanía la que subyace, el querer cooperar a cimentar un régimen nacido para sacar de la injusticia a tantos. Dice Samper, un político de la época, opositor, ante los reproches de Clara: “Tiene usted razón, no es lógico, es…la caverna que llevamos dentro los hombres” Reproches también a la iglesia, “Cuando tuvisteis el poder, vosotros pudisteis transformar al mundo” Vilipendiada por casi todos, las culpas del triunfo de la derecha a finales del 33 fueron para ella. La culpa era para las mujeres que no tienen conocimiento a la hora de votar. Cuando ganó la izquierda en el 36 nadie se acordó de reparar su nombre. Exiliada en plena guerra civil, este libro, terminado un mes antes de la contienda, no recoge miedo alguno, ella no veía lo que se avecinaba. Siempre con ánimo, “esperanzada en que la necedad humana no puede durar siempre”. Imprescindible su lectura para salir de la caverna.
El voto femenino y yo. Mi pecado mortal. Clara Campoamor. Junio 1936.

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