miércoles, 8 de julio de 2009

pareja

Acurrucado, hecho un ovillo, él se encontraba aterido de frío, evitando que se escapara el poco calor que aún conservaba; para eso temblaba, aún sin querer, involuntariamente, su cuerpo se empeñaba en no quedarse quieto. A su lado se agolpaba el deseo infinito de salir corriendo. Cual amigo imaginario, veía a su lado una sombra levantarse y alejarse, algo para lo que él ya no tenía fuerzas. Aún así, conservaba en su memoria retazos de movimientos, recuerdos de carreras y huidas, juegos infantiles y adolescentes que le llevaban a poner nombres a la sombra que iba y venía, para volver a sentarse a su lado, para volver a fundirse con él, para volver a temblar con él, en ese movimiento continuo, rítmico que le llevó a hablar, a preguntar a la sombra, pregunta sin respuesta, pregunta sin fin, dada por terminada después de una prudente espera. La vio levantarse de nuevo, la vio alejarse poco a poco, se paró, no sabe como, él se levantó, no parecía haber voluntad, solo un movimiento reflejo, producto de algo desconocido, se levantó y se acercó a una sombra que esperaba su llegada, que miraba sin ojos, que emanaba algo imperceptible, que le recibió temblando, y temblando siguieron, camino adelante, da igual que fuera de día o de noche, hacía frío, dos en el camino, sombras andantes, camino sinuoso.

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