miércoles, 8 de julio de 2009

d-day

Libro de testimonios, innumerables, con un denominador común, el horror. La suerte que hace que tú no seas el que está en el suelo. Libro de recuerdos, a posteriori, algo suavizados por la distancia, más corta o más larga. La guerra no es como en las películas, nunca. El olor te persigue, las imágenes te despiertan. Alguien te da su dinero y sus cigarrillos porque dice que no va a volver. Nunca se sabe qué fue de él. Me despido con Miguel Hernández, poeta español,
Tristes guerras si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.
Tristes armas si no son las palabras.
Tristes, tristes.
Tristes hombres si no mueren de amores.
Tristes, tristes.

Remembering D-Day
Martín Bowman 2005

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