jueves, 9 de julio de 2009

fundido

Mientras la tarde avanza, aumenta el ansia de escape, no queda tiempo para más, ganas de escapar de una cámara secreta, oscura y fría, que ahoga los sentidos de aquel que se ha atrevido a adentrarse en ella. Busca la salida con denuedo, golpea contra las paredes, deambula por los confines del espacio acotado, observando y analizando cada grieta, cada junta, cada espacio que se salga de la norma uniforme, cada señal que le haga visible su salida, o más bien la posibilidad de ella. Mientras la noche llega, el ansia se enfría, las fuerzas flaquean, los sentidos se embotan. Ahí afuera, los cantos se suavizan, los gritos se serenan y la oscuridad se confunde con la interior, fundido en oscuro, fundido en negros, nada que distinga el dentro y el fuera, nada salvo la paz.

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