domingo, 8 de febrero de 2009

arafat

Tras años de ocupación por parte de Israel, sufrimientos de la población civil, en ambos frentes, miles de muertos, incumplimiento de resoluciones de Naciones Unidas, terrorismo por parte de facciones palestinas, miles de desplazados palestinos, violación de cualquier protocolo de guerra, si es que la guerra entiende de procedimientos escritos, ataques indiscriminados contra la población civil, etc,…parecemos estar al principio del camino, con las espadas en alto, con un pueblo palestino que lucha por su libertad, ahora dividido en dos facciones, aparentemente irreconciliables, emulando el modelo de naciones árabes que aparentan tener objetivos comunes pero que recelan entre sí, dando lugar a interminables conflictos, y con un pueblo que conforma el estado de Israel, que de pueblo elegido pasó a pueblo perseguido, para pasar por pueblo exiliado que se reencuentra en la tierra prometida, que se fortifica ante las amenazas y que oprime a sangre y fuego, pasando por encima de los más elementales derechos humanos.
Ya nadie parece acordarse ahora de Arafat, pero sin él no se entiende la historia del pueblo palestino, y como en toda vida, ésta se llena de luces y sombras que se multiplicaron tras su muerte. El más malvado entre los malvados para unos, pasando por valoraciones intermedias, hasta acabar en loas y alabanzas al gran valedor del pueblo palestino. Para que la historia juzgue, quedan sus intentos por evitar acciones terroristas contra objetivos civiles, las acusaciones de mirar para otro lado cuando éstas se producían, las otras acusaciones de tener presos políticos y aplicar la pena de muerte en los territorios bajo su jurisdicción, la supuesta corrupción que habla de millones en bancos extranjeros,…Pero por encima de todo queda su constancia para perseguir el reconocimiento de los derechos del pueblo palestino, él lo definió como hacer ruido, golpear las conciencias como última oportunidad de existir. Vida comprometida, eso no hay duda, de lucha sin descanso, perseguido y acosado. Nadie es imprescindible, pero hay gente que a veces es necesaria para marcar el camino a seguir. Quizás Arafat sea uno de ellos.

Arafat, un destino para un pueblo. Rémi Favret (1991)

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