domingo, 23 de noviembre de 2025

vivo

Hay algo de tristeza en ver un bodegón con sus componentes inmóviles y con apariencia de olvidados o convidados de piedra. También me produce cierta tristeza escuchar el discurso, una vez mas victimista, de Florentino Pérez, aquel que no entiende perder, debería estar prohibido presidir un club de fútbol a su edad, considerarse imprescindible nunca es acertado ni es un buen ejemplo.
Me produce igualmente tristeza comprobar el impulso que lleva a miles de personas a vivir en directo el encendido de las luces de la navidad futura en múltiples ciudades.
Lo mismo cuando me veo incapaz de no poder y no saber escapar del sentimiento de culpa.
Lo mismo cuando veo a jovenes nostálgicos, un contrasentido, que hablan bien de un dictador. Nunca mas.
Y también me trae tristeza lo que cuenta Yakarta, una serie imprescindible. Pero de ahí también me nace algo, el milagro, la alegría de comprobar como el arte de filmar puede lograr conmover los cimientos de mi persona, de esa manera.
Y me alegro igualmente de ver los charcos vivos de agua congelada y las praderas verdes del monte de Valdelatas al que llego atravesando los Carriles, el campo de toda la vida que quieren destruir para construir casas, que error. Ese campo acogía hoy los rayos de un sol incipiente, matizando cada paso de mis pies. Como acogió en pasados días uno o varios amaneceres naranja que premiaron mi madrugar, gratis todos, impagable.

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