preguntad

Es bueno para la salud mental no escuchar a Pablo Motos, me sorprendo a mí mismo en un momento de zapping oírle disertar sobre el destino y decir que las cosas suceden cuando tienen que suceder. En fin, con la que está cayendo, o con la que siempre cayó, ¿cómo se puede ser tan majadero?, que le pregunte a los niños de Gaza o a los inocentes hambrientos o a la chica que ayer fue aplastada por un árbol. El problema de escuchar es que luego hay que vomitar lo escuchado y eso deja mal sabor de boca, como cuando Urkullu dice que no acudió a la jura de Leonor porque Euskadi es contraria a la monarquía. Pero ¿le has preguntado a los ciudadanos vascos? Ese es uno de los problemas de los políticos, unos cuantos papeles en una urna les dan poderes para cuatro años. Y lo que opine el pueblo en el día 567 de la legislatura es lo de menos, nuestra opinión es insignificante, así que vale todo, valen los giros de pensamiento, los cambios de opinión, el equilibrismo insostenible, que pregunten, que nos pregunte Sánchez por la amnistía, que nos pregunte Ayuso a los madrileños si estamos de acuerdo en que Madrid sea la comunidad que está en el furgón de cola en cuanto a gasto por persona en sanidad pública o en educación pública, que nos dejen expresarnos, que ya vale de aferrarse a los cuatro años, que mecanismos hay para hacerlo, preguntas concretas que se pueden responder desde casa, a distancia, desde esos aparatos del demonio, con respuestas que sean vinculantes, con respuestas que cambien el paso, que hagan dimitir, que afeen el comportamiento, que remuevan conciencias; pero les puede el miedo, les puede el terror a perder su estatus y sus prebendas, las ganadas en esa dura jornada electoral, o lo que es lo mismo les puede su hambre y sed de poder, la que les lleva a venderse por un plato de lentejas.

Quizás la solución esté en apagar la tele y el router y sentarse sin orejeras ni cascos a ver, sí, a ver, y de paso a escuchar como llegan las olas, libres de engaño.