Me gusta esa mirada incompleta que sorprendida no sabe cómo seguir, para dónde desviar su atención, hasta la eleva a un cielo que hoy no es azul, es blanco y cálido. Y luego bajar los párpados para dormir, despertar y empezar. Una maleta, un domingo, los tópicos, las playas y las sombrillas. Yo miro, sin saber quién es, ella es. Las ventanas y su luz, más de todo, de lo mismo. Y luego reencuentros y recuerdos, y quiero templar los nervios y no seguir la línea recta, mejor dar curvas y más curvas, mejor descansar. Después de un rato sueño con lo incompleto estando despierto, la tele habla, todos hablan, todo ruido cuando más silencio y silencios hacen falta.
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Hace 1 mes
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