Las noches tuvieron un agua abundante que no fue suficiente para limpiarlas.
Las cartas, las de verdad, las que hablaban de cosas que nos pasaban o las que nos hacían expresarnos se mueren. No sabían de prisas ni de inmediatez, eran pausadas, no inquietas. Los buzones escasean y los sobres y los sellos serán pasado en un rato.
He viajado y aprendido y olvidado después y me pregunto qué queda entonces y me respondo que todo queda.
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