viernes, 28 de agosto de 2020

aprender

Mi sino es esperar, mientras que alguien duerme tumbado. Podría ser el comienzo de una historia, o de una película, o de una realidad que se confunde con lo que ayer soñé. También soñé o imaginé que podría ser rastreador, pero de almas, confusas y olvidadas, las que se balancean constantemente en un columpio que nunca se detiene,  arriba y abajo, y donde esas almas se empeñan a veces en preguntarse si ya llegaron o están todavía en camino. Por eso a veces me salgo de los sueños para de verdad echar a correr cuesta abajo y sentir de nuevo algo más que un corazón acelerado, sentir todo y acabar sofocado, sin una sola célula que no haya absorbido ese oxígeno. Para seguir avanzando, un paso detrás del otro, no hay secretos en el caminar. Distinguir de la huida, porque ésta no tiene fin, es precipitada, desesperada, llena de obstáculos inventados. Por eso espero, para no huir, prueba a contarme algo, que algo te diré yo también. Espero para no ser como antes, espero y doy el siguiente paso, quiero aprender, nunca fue tarde para eso.

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