sábado, 16 de mayo de 2020

madera


Sobre una mesa camilla, construcciones posibles que se pueden transformar en imposibles, inestables. Piezas de madera, cubos, paralepípedos, otras sin nombre, pintadas de colores que fueron vivos. Elevo, apilo alturas. Su tacto en algún lado es rugoso. Son hechas a mano, pintadas por otras manos. Ahora son mis manos las que juegan con ellas. Y sé que haré algo para que la estructura caiga. Ruido. Y si extiendo una de mis manos puedo tocar un aparador, abrir un cajón y sacar una caja llena de fotos viejas, de gente que no está, de otras que están todavía, las puedo ver, sin saber que se irán pronto, y yo las miro, y me dicen nombres, y la muerte es una utopía para mí, inalcanzable. Y entonces, no, es ahora cuando lo pienso, ahora que cambiaron de caja y de casa, me gustaría dibujar a personas antiguas, darles más alma ahora que nadie se acuerda de ellas, ponerles hasta voz, darles una frase, inventada, pero que quizás alguna vez pensaron, o hasta dijeron, o hasta escribieron en un papel que se escondió para nunca ser encontrado.

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