sábado, 26 de octubre de 2019

puntos


Me gustan los puntos suspensivos, para hablar o para escribir. Espera que sigo diciendo, o no lo digo, se sobreentiende. Dime tú como crees que seguiría esta historia, dime tú que es lo que pintarías a continuación, como encadenarías frases, como reaccionarias para seguir contando, porque de eso se trata, de hablar en todas sus formas, de danzar con el pensamiento, de tomar papel y lápiz, o de verbalizar de otra forma. Dímelo todo que yo te escucho; lo diré, tan infinito, que nadie me entenderá. Que todos se cansarán, que algunos se dormirán, que otros se levantarán, alguno incluso increpará a los cielos, si no a mí, que qué me he creído, que se cansó, que se largó, que le veo ya a lo lejos, que se encuentra con alguien, que vuelven ambos la cabeza hacia mí, que no puedo escuchar lo que dicen, ni leer sus labios, ni ver si sus ojos se cerraron, hastiados de tanta palabra.

Y mirando a mi alrededor, sigo dejando puntos, separados, suspendidos, que son casi intermedio, descanso, que ya vuelvo, que es hora de empezar con minúscula, que vamos in crescendo, que vamos subiendo, que vamos planos, que no hay nada como parar, y rumiar el pensamiento, y luego abrazarse, y luego dormir.

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