Viernes, último de Agosto, aeropuerto
despoblado el de Vitoria, puntual la afluencia, para ese vuelo, para el otro,
espaciados. Mostradores cerrados y mapa de calor concentrado en una sala de
espera. Arribará el vuelo y entonces será nuestro. Esperamos, control
exhaustivo, pasamos todos esos trámites que no gustan. Sol, calima y montes que
bordean la llanada. Torre de control, símbolo que un día pareció iba a comerse
el mundo. Infrautilizado, instalación huérfana de alas y de pilotos.
Y llegó, y casi podemos tocarlo, lo
vemos, a escasos metros, tras cristales, y lo oímos. Tubo con alas. Escaleras para
subir, a la antigua usanza, no suenan violines, no hay besos. Éramos tres y
volamos dos, los planes a veces no se cumplen. Todo es distinto en un
aeropuerto como este. Los tiempos se comprimen y no hay cola para tomar pista. Solos,
nosotros, se despega y punto. Debajo de estas pistas había río con cangrejos y
tardes de bicicleta y juegos. Estarrona y su cima de primera categoría, en lo
alto. ¿De qué hablábamos entonces?
No puedo dibujar personajes en relación
a la línea del horizonte desde aquí arriba. Sería irreal, serían ángeles.
Ventanillas y azules, todo manchado por
blancas nubes. Lejanas. Pierdo las referencias mientras la gente come y bebe.
Se me olvidó decir que estreno cuaderno.
Ella lo forró de flores y lunares. Las flores son rosas y amarillas, todas de
tallo verde. Los lunares son negros, grandes y pequeños. Ella está en todo. Ahora
no, porque duerme o dormita. Se cambió a la ventanilla para ver la tierra
pasar. Dice que no hay que preocuparse, solo ocuparse. Quizás tenga razón. Quizás
no sea bueno pensar dentro de un Boeing 737.
Niños que andan por el pasillo, sus
primeros pasos en las alturas. En las películas solían decir “abróchense los
cinturones”. Aquí lo dicen en inglés. Nubes que motean el suelo. Turbulencias,
movimientos, bajamos. ¿Hay algo más seguro que la tierra?
Alquilar un coche y atravesar bosques,
de Colonia a Frankfurt. Coches, camiones, y tres carriles. Velocidad. Nos encontramos
en Offenbach. Ahí está el Main, o el Meno. Río caudaloso. La noche que el
cambio climático alteró. Los jóvenes quieren pasarla en la orilla y nosotros
compartimos esa noche desde el balcón. El vino está rico. Y así, de camino al
hotel, vemos que muchos no duermen aún.
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