sábado, 6 de abril de 2019

nantes-2


El primer avión pasa sobre las cinco y cuarto, silencio y oscuridad después. Es miércoles, bonito sol el que entra por la ventana, el trozo particular de cielo es azul, sólo azul.
Tiempo de andar y visitar el memorial de abolición de la esclavitud. Nantes fue parte de ese triángulo de comercio con esclavos. Construido a la ribera del Loira, desde el pasillo abierto al río parece estar uno en un barco desde el que unas ventanas dejan pasar el sonido y la vista del río. Cientos de placas en el suelo recuerdan los nombres de los navíos que partieron de la ciudad rumbo a África. Mensajes, textos, testimonios, en todos los idiomas para que se entere el mundo. En los antiguos astilleros de la isla del Loira hay máquinas gigantes como el elefante que se puede montar, ahora se afinan las piezas. Hace aire y se agradece todo el abrigo. Andar y andar, siguiendo una línea verde que nos lleva de aquí para allá, ruta para verlo todo o casi. En Chez Ta Mere comemos a las doce, el menú del día, agradable el local, vintage. Hacía décadas que no veía estos vasos de agua…

Más agua, la que vierte el Erdre en el Loira aquí mismo…hay barcos y descanso juvenil, un jardín japonés en obras y chubascos. Sale el sol para visitar el jardín botánico, gratuito. Bonito, con múltiples indicaciones, terreno para subir un poco y luego bajar, invernaderos antiguos y estéticos, bancos de broma, un agradable paseo.

El museo de arte de la ciudad se enclava en un imponente edificio que reluce al sol. Mucha pintura y algo de escultura. Grandes cuadros históricos en grandes salas y mucho arte contemporáneo y abstracto, incomprensible también. Interesante pero menos. Neogótico en San Nicolás con luz en el ancho triforio. Después, cansados de seguir la línea verde, cenamos en Lus In, comida medio asiática, rica, se ha hecho de noche.

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