viernes, 30 de marzo de 2018

roma-6


Día viernes, día de cielo azul, de paseos y de muchas iglesias, de cansancio que se acumula, de seguir pensando que Roma es bárbara, exuberante y grandiosa, de que falta tiempo, de que una semana es poco, de que sería bueno venirse a vivir un tiempo para descubrirla a otro ritmo, para seguir comiendo pasta y para regocijarse con el arte. En San Carmino alle Cuatre hay fuentes en las cuatro esquinas, monja que friega el suelo y ruido de coches y de vespas. Se me cae el cristal de la gafa, menos mal que no es festivo y podemos encontrar óptica y arreglo. Vuelta a la calle. En San Vitalis estamos solos con la música, es del siglo V y hay una paloma que se va cuando entramos y que vuelve cuando nos vamos. En San Andrés al Quirinale hay cúpula dorada con ángeles y forma ovalada, le llaman la perla del barroco y aquí murió San Estanislao de Koska. Vemos el palacio del Presidente de la República, por fuera. Gente en los alrededores, plaza y obelisco. Volvemos a la Fontana, repleta de gente y de agua, más hermosa de noche. En la Plaza Colonnia hay otra columna historiada y se rueda película con vestidos años 70. Un señor, mayor, con altavoz, perturba el rodaje ante las risas del respetable. Más iglesias, más palacios, gente que se mueve. Vía Condotti se llena de tiendas de lujo y de marcas conocidas. Color en la plaza de España, y gente que ocupa escaleras en la escalinata de la Trinidad del Monti. Turistas y fotos. 170 escaleras hasta la iglesia. Merece la pena la visita, capillas con bonitas obras. Mucha gente, todos ávidos, cada uno sabrá de qué. Bonitas vistas de la ciudad, las cúpulas en la lejanía. En San Andrés della Fratte llegamos a los últimos minutos de la misa que se oficia de forma transversal, con altar en capilla. Oficiante joven, que dirá al final la misa ha acabado. Le llaman la Lourdes de Roma y es que hubo aparición en 1842 y conversión. En San Silvestre in Capite hay reliquia de la cabeza de San Juan Bautista, hay menos dinero, las paredes se desconchan y parece haber más recogimiento. El patio de entrada es precioso. Seguimos otra recomendación y comemos cerca de Plaza España, en Sugo d’oro, otro acierto. Mucho lujo en los alrededores, también galerías de arte. Helado en Gracchi. Ella habla muy bien nuestro idioma, se lo digo. Estamos en la plaza del Popolo, blanca, amplia, con iglesias gemelas y una joya a su espalda, Santa María del Popolo. Estatuas, y gente. Hermosa, y con acceso a los jardines Borghesse. Subimos escaleras, hay vistas y suena Hotel California al piano. Bustos y más bustos de ilustres personajes, árboles desnudos y vestidos. Paseantes y turistas, e indios que venden flores porque hoy no llueve. Más curas jóvenes, algunos hacen fotos. Banco a la sombra, se está bien viendo la vida pasar. Hacemos tiempo y es que enseguida abren la iglesia de Santa María, entramos en tropel, parecemos sedientos de arte y es que casi todos vamos al mismo punto, la capilla donde están los Caravaggio. Merece la pena la espera. Hay más aparte de los lienzos, hay estatuas, y más. Pompas en la plaza, enormes, vienen a por nosotros. Seguimos visitando iglesias o basílicas, difícil saberlo. Volvemos a Minerva, nos abren la librería para comprar postales de las Anunciaciones. Se acumulan las visitas y el descanso nos lo ofrece la música irlandesa en vivo, tres amigos, o eso parece, que tocan instrumentos mientras nosotros bebemos cerveza, podíamos estar en Dublín. Parece que las canciones se repitieran, no sé si decírselo, será mejor que no, será el alcohol. Las teles muestran fuego, hace calor al amor de la lumbre. Se hizo de noche, la Navona de noche es hermosa, los restaurantes esperan clientes. Nosotros cenaremos en T-burger station. Y luego, despacito, los pies no dan para más, tomaremos rumbo al hotel.

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