viernes, 30 de marzo de 2018

roma-5


Se fueron las lluvias un jueves. Echamos a andar en busca de Santa Práxedes. Nos habían dicho unos amigos que era preciosa. Y tenían razón. Pequeña y repleta de arte bizantino con la joya de una pequeña capilla, dedicada a San Zenón, donde la luz se enciende con monedas. También reliquia de la columna de la flagelación de Cristo. Caminamos hasta el coliseo, despacio. Hemos quedado para hacer una nueva visita guiada. Damos la vuelta al ruedo por el exterior para admirar la altura y para fotografiar los espacios. Buscamos el sol que calienta. Los alrededores del anfiteatro Flavio empiezan a llenarse de personas y grupos, muchos escolares. El nuestro arranca puntual, se llama Rosana la guía, es italiana, y la visita, de tres horas, será recordada. La visita arranca en el foro, con lección de historia. El foro como lugar de encuentro para el comercio, para el intercambio. Valle de agua entre colinas pobladas. Todo eso evolucionará pero nunca perderá el carácter público. Quedan restos, columnas, piedras, calzadas que pisaron muchos. Y sobre todo historias que Rosana va desgranando con calma. Subimos a los palacios del Palatino, más historias, restos de circo a lo lejos, el Massimo, que albergaba a 250.000 personas, y vistas del foro. Y queda el coliseo, un espectáculo, aquí llegan las historias de gladiadores, emperadores, cónsules, el senado, las luchas, las conquistas y las guerras civiles. Fotos y más fotos, dando la vuelta e imaginando. Hambre, y nos cuentan en un semáforo que la pasta de Angelino ha ganado premios. No lo pensamos más, al lado del coliseo, Osteria con abundante decoración, de paredes llenas y buena comida, aquí desde 1899. Andar después de comer, salir del bullicio, buscando una iglesia redonda, que está en obras. Lástima. Pero hay más, tantas que es fácil elegir la siguiente, la que esté en la calle presente, o en la siguiente…nos topamos con San Juan y San Pablo, con lámparas colgantes y altar de Santa Gema Galgani. Andamos la espina del circo Massimo. También hay perros sueltos en Roma, pero menos. Verde el recorrido que se antoja largo, no para las cuadrigas. En Santa María in Cosmedin hay cola exterior para meter la mano en la boca de la verdad, sobre todo jóvenes, muchos asiáticos. No haremos ninguna de las dos cosas. La iglesia no tiene tantas solicitudes, hay cripta también. Para subir a Santa María Ara Coeli hay que subir escalones, tantos como 122. Es grande, de techo plano, con muchas lámparas. Bajar escalones siempre fue más fácil. Volvemos a la iglesia de Jesús, hay teatro barroco a las cinco. Un poco de música, unas palabras, silencios y en la capilla de San Ignacio se descubre el lienzo principal y aparece una escultura plateada del santo, todo se ilumina. Plata y cobre relucen. También hay basílica de los doce apóstoles y zona sagrada en el Largo Argentino. Visitamos una librería para comprar el compendio de las obras de Miguel Ángel y vemos como las mujeres en Roma también celebran su día, manifestación y proclamas. La magnífica columna de Trajano se ilumina y paseamos los foros de éste, Augusto y Nerva. Miradores para eso, para mirar y seguir imaginando. En el gran café del passegero cenamos bien, ya cansados. Toca dormir.

No hay comentarios: